domingo, 15 de agosto de 2010
Quince de agosto
Hoy es quince de agosto, la Virgen de agosto, el día en que los pueblos se rompen de tradición y gentío. Cada quince de agosto, cuando el sol se levanta sobre los tejados y los campanarios, más allá de las cigüeñas, la tierra se convierte en un templo del toreo, sol, secarral y verano, con las puertas grandes del cielo abiertas y la gloria en un palmo de arena, no más, incertidumbre, seda, oro, belleza que nos ata a la tierra y nos deja vislumbrar lo alto, intangible, imposible, tan cierto, la vida a raudales.
Las gentes honran hoy a la Madre de Dios en los altares y por el sacramento de lo profano, como siempre hicieron, corriendo toros en las calles, en el campo, en la plaza, santificando la fiesta en un redondel de arena bendita donde cada tarde se rebozan miles de gargantas esperando la confirmación del misterio, el signo de su fe, el credo de la tauromaquia a través de los siglos. Porque veo, creo. Y cuando no vea, cuando no sea, también creeré.
Hoy es quince de agosto. Los hombres velan sus armas, seda y acero, como una novicia esperando la hora del casamiento, como un guerrero en capilla antes del combate. La tarde será el alba, la primera, la última luz. Hoy es el día del milagro, tarde sobre tarde, quince de agosto soñando la gloria o la muerte, la cara y la cruz. Hoy sobre la tierra, en todas las plazas del mundo, sopla como una caricia, como el susurro de un nombre muy antiguo, el viento de Dios, que todo lo alivia, que en todo se posa.
(La foto, eterna como este quince de agosto, es de Juan Pelegrín)
Pero qué dos zamoranos tan grandes, el señor Pelegrín y usted, mi querida Ana.
ResponderEliminarRecuerdo ahora el dicho de que "quien no se viste de torero el día de la Virgen, no es torero" y me pregunto cuántos habrán dejado de vestirse este domingo a cuenta de la maldita crisis.
Lo que están cambiando los tiempos. Y lo que nos queda...
Cuando nosotros no estemos, querida Noelia, cuando nosotros no seamos, seguirá habiendo quien se vista de torero un quince de agosto y todos los días, que a fin de cuentas son quinces de agostos, de su vida.
ResponderEliminarQue la crisis, al menos, no afecte a nuestra fe.
Un beso, amiga. Siempre es un placer tenerte, leerte y compartirte.
p.d. Y sí, por supuesto, qué grande, qué grandísimo es Juan Pelegrín, que me presta sus ojos casi siempre para abrir esta ventana berrenda cuando me da por teclear.
ResponderEliminartampoco, el que no entiende que franco es obra y profeta de dios no entiende nada,
ResponderEliminarpor favor admirada berrendita, deje a la virgen donde està.
y tambien los que dejan de ir, a cuenta de la maldita crisis, tienen que pensar en los que les ahogan.
Amigo chulo, que nos metemos en terrenos farragosos, mater mea.... La Virgen ya está en los cielos, y Dios en casa de todos, incluso de los que no creen.
ResponderEliminarUn abrazo, espero que la crisis no nos afecte como para no poder vernos algún día en cualquier plaza del mundo. :)