miércoles, 4 de agosto de 2010

Memoria histórica de nuestra identidad


Confieso que he llorado. He llorado de rabia, de impotencia, de asco y de pena. De rabia por comprobar que vivo en un país que presume de demócrata donde se cercenan los derechos de miles de ciudadanos, que ya no pueden elegir a dónde quieren ir. De impotencia porque hemos asistido a la manipulación de algo universal, como son los toros, para convertirlos en símbolo de lo ‘español’ en una tierra donde el rédito político se mide en saber quién se encuentra más lejos de España.

He llorado de asco, porque me dan asco los golfos y mangantes que se hacen fotos en la barrera y en el callejón y tiran la piedra y esconden la mano en el Parlamento. Porque me dan asco aquellos que han vendido de forma vil la fiesta de los toros a cambio de un pacto futurible con aquellos que quieren desmembrar y desangrar a España por los cuatro costados.

He llorado de pena porque los toros tienen desde siempre al enemigo dentro. Nosotros, los taurinos -yo soy taurina, ahora no es tiempo de tibiezas-, no hemos sido capaces de unirnos, de sacar adelante una ley que proteja el valor eterno e inmaterial de todo lo que representa la tauromaquia, ni de transmitir a la sociedad el inmenso amor, la ciencia y la paciencia que destilan las dehesas desde que un becerrito asoma sus orejas al mundo hasta que se convierte en un animal poderoso, fuerte y hermoso, para morir como un guerrero, cuerpo a cuerpo, o ganarse la vida sobre la arena.

He llorado porque siento que me han robado algo mío, algo que amo profundamente, algo sin lo que no sería capaz de entender dónde se hunden mis raíces. Y desde aquí reivindico mi derecho a elegir, mi derecho a ser, mi pasión, mi libertad, la memoria histórica de nuestra identidad.


(Este es mi pequeño grano de arena. Editorial de La Voz de Zamora, 30-7-2010)

2 comentarios:

MANOLIN dijo...

¡Joder que tropa! y no soy Romanones.
Tienes razón en casi todo, algunas veces por obvio. Pero al margen de tu sentimiento hay algo más que los taurinos conocemos : EL MIEDO, que tan mal se lleva y tanto se evidencia en la plaza.
Pero no es el miedo de una mala tarde, vaya usted a seber porque, ni el que va atenazando a quien no lo tiene muy claro en la profesión. Aún así, no deja de ser un miedo digno: tú contra la verdad, que es el toro.
El miedo de estos, los de la barrera,los de los despachos y los de los tendidos de fuera de la plaza es un miedo indigno y cobarde :el odio
Se vengan en lo que pueden y desde lejos, considerando, eso sí,a quien ofenden y desprecian.
Pero se equivocan. Cada vez "se le ven más los pies al caballo" y que reman contra corriente. La pena es que posiblemente no veamos en unos años el fin de estos liberticidas pueblerinos que piensan que le pueden poner puertas al campo. Y no les pasa solo en los toros!
Lo siento por quienes tienen que sufrirlos, pero ELLOS SE LO PÌERDEN.
Aunque sea una pena para todos los que amamos la fiesta (yo soy de los no intento convencer a nadie, ni justificar nada), me acuerdo cuando hablo de estas cosas, del grito de uno del 7 una mala tarde de los de a caballo y cinco monosabios intentando levantar al animal, que tenia la boca abierta a causa del los tirones del bocado.
¡SE RIE EL CABALLO!.....

Ana Pedrero dijo...

Amén, Manolín, amén. Bienvenido seas. :)