miércoles, 19 de octubre de 2011

Fuerza, fuerza, fuerza


Te he visto, torero, sentado en una silla que se me antoja un trono por la vida, minutos antes de poner el pie fuera del hospital rumbo a una vida nueva que quiere ser la vida que tenías antes de aquel día. Ese día.

Te he visto con la cara partida, como regresaban los héroes de las batallas más duras. Con el pelo al ras, como vuelven los soldados de las trincheras. Con la huella del dolor tatuada en la carne. Con el deseo en la boca, en el cuerpo: quiero volver a torear. La mano en el pecho, donde se guardan todos los tesoros, todos los secretos, las emociones, todo lo que se ama.

Te he visto y es como si nos hubiera sonreido el Dios que protege a los que se visten de luces. Convirtiendo un miércoles anodino de octubre en un domingo de resurrección anticipado. Porque ya se ha cumplido el milagro primero, el de la vida. Porque estás aquí, si hace unos días se nos antojaba casi imposible sobrevivir a ese día. Ese día en que miles de almas velamos al pie de tu cama donde lidiabas con el hierro más duro, acero quirúrgico, incertidumbre.

Te he visto de paisano, y te he visto más torero que nunca.

Te he visto y he creído con la fe limpia de los que creen, aunque sea largo el camino. Aunque tu rostro sea la verdad más descarnada del toreo. Porque los demás milagros vendrán por añadidura, si nunca supo la naturaleza ponerle freno a los ciclones, y tú tienes un ciclón en la sangre, en la voluntad, en esa fuerza que te emana por los poros que hace que en verdad los toreros seáis dioses con los pies en la tierra y la voluntad en el infinito. Y nosotros estaremos ahí, sosteniendo tu lucha con esa consigna que ha cosido a todo el toreo por una vez en la vida mientras a tí te recomponían el precipicio en tu carne: fuerza Padilla. Fuerza, fuerza, fuerza, torero.

Gracias, Juanjo, por el amor que demuestras por el toro, que tanto te ha dado y tan fuerte te ha pegado. Porque tu dolor es el dolor de toros los toreros. Gracias por esa integridad que debería hacer sonrojar a todos los mangantes, golfos y sinvergüenzas que se arriman a esto buscando sacar tajada, traficando sueños, pisando cabezas, rebanando alas.

Gracias, torero. Porque te he visto y te he reconocido en ese rostro tan delgado, en esas facciones endurecidas por el dolor. Ese rostro que, aún semiparalizado, será siempre la sonrisa del toreo, la cara más cierta del héroe. Nunca la cruz, torero. Nunca la cruz.

Gracias por tu vida. Por seguir en pie. Por los cojones que le echas a todo, siempre. Por emocionarnos como ahora me emocionas. Por tu esperanza, por tus ganas. Por no renunciar a tus sueños. Por insuflarnos vida, por dejarnos creer que los milagros existen y tienen nombre propio.

Tu nombre, Juan José Padilla.

(La fotografía, de El País)


3 comentarios:

Sheila dijo...

No puedo por menos que comentarte pq mechas puesto los pelos de punta, que cosa tan bonita le has dedicado se tiene que sentir orgulloso de tener cera gente como tu Anita el sin duda es el ejemplo de la palabra valentía pero tu eres el ejemplo de la palabra pureza autenticidad no se que decirte solo que me has emocionado u sabes que no soy precisamente muy entendida de toros
Un beso muy grande
Sheila

BICHICOMA dijo...

Otros artistas entran ahora en juego, en otra fenomenal lidia, la de la ciencia. Los 'diestros', Cavadas y Fdez.-Vega, uno con bisturí, el otro con el estoque galáctico del láser, torearán al alimón sendas alimañas que acechan a nuestro Juanjo. Poner cara y ojos, se dice cuando se quiere reconocer a alguien. Nosotros ya lo hemos hecho. Ahora le toca a los genios.

Antonio De la Torre Blanco dijo...

Mil gracias por llegar a lo mas profundo de nuestra alma taurina. Tienes un DON impresionante, para dar naturales con tus palabras y hacernos sentir auténticos taurinos.
Por esto y por todo cuanto escribes no nos abandones, eres Única mas y mas gracias