sábado, 28 de agosto de 2010

Tu no presencia


Aquel domingo regresaba de los toros de El Puerto, soplaba levante sobre el mar. Rosa, nuestra Rosa, me llamó: acababas de cerrar los ojos, desde tu Salamanca dorada hasta lo inabarcable, más allá de las encinas de El Berrocal, más allá de la linde portuguesa, de las aguas que van a morir al Atlántico, de esa tierra recia y también generosa que te abraza para siempre como un capote de paseo bordado en labranza y sosiego, al fin la paz.

Han pasado cinco años y poco han cambiado las cosas. Y las que han cambiado, te encabronarían de tal forma que no quiero imaginarme el lío que tienes por ahí formado si en el cielo o en el infierno, les ha dado por organizar coloquios de barra libre y noches sin hora, o por dejarte una pluma, tu pluma de hiel y terciopelo, que sigue hiriendo y acariciando a partes iguales.

Salamanca, ingrata y pusilánime, escondió en el cajón de sus asuntos pendientes un minuto de silencio que se prolonga una eternidad, los días y las noches, desde el campo charro hasta la misma arena de La Glorieta. Ese silencio de tu no presencia, porque Salamanca se quedó muda un veintitantos de agosto, herida en el pecho con un cáncer de ausencia que no se cura, sin el filo de tu navaja, sin la claridad de tu abrazo, sin el veneno de tu verso. Nadie ha llamado por su nombre, desde entonces, los días de septiembre; nadie le ha soplado las orejas a la Mariseca, siempre en lo alto; nadie ha viajado hasta el mismo sol para contarnos cómo son los toros allá, tan arriba, tan encendidos en la luz.

Tu no presencia se convierte entonces en la rotunda presencia, en la certeza de que estás. Cada agosto, cada abril, cada junio, año sobre año, día sobre día. Porque nos faltas tanto que es imposible no verte, no resucitarte cada septiembre y sonreirte, Alfonso Navalón, Grande, muy grande, allá donde estés.

Nosotros, aquí abajo, celebramos tu vida.

3 comentarios:

El Coronel dijo...

¡Descanse en paz! el mejor de los criticos taurinos del siglo XX.
Si estuviera entre nosotros, algunos tunantes taurinos, no andarian tan sueltos.
¡Que pena me da que Salamanca no le quiera recordar!
Besos Berrendita y gracias por acordarte de él.
Salud

siena dijo...

¡PRECIOSO! era seguidora de Navalón en los debates y me encantaba.

Ana Pedrero dijo...

Ojalá, Coronel, Alfonso haya encontrado la paz. Aunque, conociéndolo, mucho me temo que esté donde esté estará dando guerra.... ¡¡¡si no, no sería él!!!. Un abrazo, querido. :)

Siena: era el mejor. Polémico, incisivo, amado y odiado a partes iguales, nunca habrá otro como él. Gracias por pasarte por este blog.