
En Ronda, liturgia goyesca, arquitectura de la piedra, hace cincuenta años se encabronaron los dioses de pura envidia, destronados, rotos. Ceremonia de bautismo en el ruedo, cante de hondura, cante grande. El barrio de Santiago en las venas, gitano de raza; Jerez blanca e insultante, la canícula por las calles, los niños descalzos, las mujeres de luto, el quejío del mediodía. El milagro en las muñecas, el compás en el latido, el mar en la cintura, el universo en los ojos.
De la mano de Ordóñez y Aparicio alumbraba en torero al mundo Rafael de Paula. Rafaé, tres sílabas que aprisionan mi estómago por sus fronteras, alegría y chocolate amargo, pureza, sombra que todo lo devora, que todo lo hiere, la luz en puntas, la claridad, el prodigio.
Rafael, Rafaé, que casi da miedo pronunciarlo de grandeza. Rafaé, que dejó atados a los dioses en la arena, quebrados, vencidos. Rafaé, que mueve las manos cuando habla y detiene el tiempo como un conjuro y no sabes si se arranca por bulerías o si dibuja lances abriéndose de capote con lo imposible, inventando toros sin médula, aire que al aire vuelve, irracional, incomprensible, sobrenatural, más allá de las zapatillas clavadas en la arena como las cruces en el Calvario; más allá del bordado besando la piel, de las golondrinas de mayo, de las torres y de las cúpulas. Mágico, en majestad, lo infinito en la montera, eterno, cosido al hechizo, esculpido en el instante, en el último sol de Sanlúcar, Bajo Guía como el plomo anunciando la noche, el Guadalquivir muriéndose.
Rafaé con su capa sin liar, príncipe sin trono, la leyenda a las puertas, la ley de Dios descendida a la carne, corinto y azabache, chamán de los vientos, suturando, acariciando, sanando con voz de mano baja y misterio, improvisando el veneno, el capote, palabras por los adentros, maceradas, envejecidas, doradas como el mosto que fermenta en las barricas, como la uva que emerge del centro de la tierra, Jerez de flamenco y verso, palmas en los tendidos, vendimia, surco en el albero.
Gracias, querido maestro, por este medio siglo enamorando, deslumbrando al mundo.