miércoles, 6 de junio de 2012

Si hoy no fuera


No hace falta una conjunción planetaria ni un conjuro a la luna última de la primavera. Ni magia, ni vudús, ni ritos ocultos más allá del misterio de un capote incomprensible, inexplicable como todo lo que brota desde lo más profundo.

Morante vuelve hoy a Las Ventas y junio se viste de incienso, perfumando el verano que se anticipa en las ventanas. Incierto como quien aguarda algo que no llega, firme como aquellos que siguieron a pie a Jesucristo en su revolución del espíritu, hasta la cima del Monte de las Calaveras. Así hoy, en el día sexto del mes sexto, el cielo en calma mansa, este silencio plomizo, estas nubes cárdenas que hacen del tiempo una capilla y de la fe una liturgia. Yo creo.

Creo con la fe irracional de quien necesita un punto donde agarrarse para que no se mueva el mundo. Y tú ahí, Morante, en el ombligo de la arena, inventando el agua para la sed, la lluvia entre tanta sequía. Y esta espera por si es hoy la hora para mostrarle a los demás la grandeza inconcebible, el trazo perfecto, sin cánones, de tu muñeca dibujando prodigios mientras pasa Venus por el sol y se enciende de claridad el ruedo, el latido, Madrid rugiendo con la voz verdadera del toreo verdadero.

Yo te espero un día más sin prisas. Con la fe inquebrantable de quien ya sabe, de quien ya ha visto, de quien no necesita una llaga donde empapar el dedo en sangre para calibrar la herida en el costado. Me basta la fragilidad de la seda, la cintura rota, el mentón hincado en el pecho, la suavidad de un lance donde quepa la historia de la Tauromaquia hecha instante, esculpida en una peana de albero. Una media eterna de tres sílabas. Tu nombre.

Y si hoy no fuera, te sigo esperando. Y rezo tu credo desandando los minutos hasta el cerrojo de las siete.

Si hoy no fuera.



(La foto es de Juan Pelegrín, que es parte de este blog sin pedir permiso. Gracias por tanto)