domingo, 21 de febrero de 2016

Puerta grande para Mora y Fortes


No, no me he equivocado. Podría haber escrito esta entrada ayer, o media hora antes de la corrida de hoy, o el día que se hicieron públicos los carteles de Vistalegre , o cuando entre los aficionados era ya un secreto a voces que David Mora y Saúl Jiménez Fortes reaparecerían hoy juntos después de haber mirado de frente a la muerte.

Recuerdo aquella tarde de San Isidro, aquel recibo a portagayola que casi le cuesta la vida al torero de los seguidores morados. El tabacazo en la femoral, el reseco en la garganta. Aquellas lágrimas, aquella angustia, esa certeza de que somos el instante, de que en cualquier momento dejamos de ser.

Recuerdo aquella tarde de agosto en Vitigudino. La vigilia de la madrugada. Aquel calor denso junto a la puerta de la UCI en Salamanca, los ojos de Mary Fortes hinchados porque no cabían más horas sin sueño, más lágrimas hacia adentro bajo los párpados. Aquella luz blanca, ese silencio, esas medias voces, ese aire denso que no se respira, se mastica y te obstruye las vías. La vida escapando por un boquete en el cuello, aquel parte médico a dos milímetros de la muerte.

No me he equivocado, no. Mora y Fortes han atravesado la puerta grande de la vida. Hace tiempo que dejé de escribir crónicas desde el exilio y ya no me importa si esta tarde tocaron pelo, si Mora ha vuelto con el poso de quien siente el peso de la vida sobre los hombros, si Fortes ha recuperado el sitio que nunca perdió, la suela de plomo y verdad de sus zapatillas, asentadas, hundidas en el albero, la mala suerte de su lote casi imposible, a la contra. Otros lo contarán, otros cantarán la emoción contenida de los tendidos que recibieron a dos toreros como quien se encuentra con Jesús Resucitado por partida doble.

David Mora y Saúl Jiménez Fortes salieron por la puerta grande el día que atravesaron la puerta del hospital para ir a su casa. Para dormir en su cama, para recuperar a sorbos pequeñitos la vida. Para soñar en toreros la hora de volver a la arena. Para conservar la calma, el valor y la ilusión de volver a mirar de frente a la muerte y decirle: "no has podido conmigo".

Y por eso hoy regreso del letargo, de esta pereza y esta decepción que me da enfrentarme a una pantalla en blanco que un día llené de ilusiones que nunca se cumplen, de la ingenuidad de quien cree que lo que es justo algún día ha de servir para algo. Pero eso es otra guerra, otro cantar. Acaso más silencio.

Por ellos, solo por ellos. Por dos toreros, por dos hombres que regresaron de los brazos de la muerte para flirtear con la vida. Por no guardarse nada a la hora de ponerse delante, por su sangre tan de verdad en un mundo tan de mentira. Porque son de carne y hueso, porque sus heridas duelen, porque llevan escrito en la piel que solo somos el instante, les debía esta entrada, este regreso al blog berrendo y colorao.

La crónica de una puerta grande en el rincón de mi admiración, de mis sueños.

No no me he equivocado. Bienvenidos a la vida.



(La foto es una captura de Javier Carabias en twitter; un brindis generoso de Saúl por la vida)