Cartel de postín,
de figuras. Cartel de ferión en lo que nunca debió dejar de ser un ferión, si
Salamanca es la tierra natural del toro por excelencia. Gente guapa en los
tendidos, taco en el bolsillo, perfume caro en los bolsos. Domingo sin cemento
bajo el sol, mal aparcar en las inmediaciones de La Glorieta. Runrún de ida y
vuelta, tumulto, la vida que fluye en torno a una plaza de toros en una tarde
de expectación. Hoy tiene que ser.
Cartel de postín,
de figuras. Aficionados de siempre, aficionados de pose. Tres figuras; tres
hombres que marcan distancias con la mayoría: Hermoso, que convierte a sus caballos en toreros, que hace verdad
el toreo a caballo. Manzanares, que
sabe a fruta fresca, que torea con estética y empaque, hermoso como un atleta
envuelto en la seda, como un dios al que revestir de filigrana para ofrecerle
el cielo por si le da por tocarlo. Talavante,
que es un pirado de la cosa, más allá; un enamorado del toro, que se inventa
genialidades en la arena y que lo mismo torea por bulerías que canta toreando o
se saca unos naturales sobrenaturales como aquellos naturales eternos que pegó
en Zaragoza, que aún no se han terminado.
Cartel de
figuras. Gente guapa en los tendidos. De gintonis roneando las gargantas. Esos
gintonis que son como banderas vaticanas en vasos de plástico santificando la
fiesta. Pijerío y aficionados de a pie. Entendidos de nuevo cuño y sabios que
dictan lecciones de vida desde el silencio. El milagro del mestizaje, arriba y
abajo, sombra y sol, barrera y andanada. Los móviles ardiendo. Twitter
escupiendo la tarde minuto a minuto en 140 caracteres. Apretones de manos antes
del paseíllo. Una firmica por aquí. Reencuentros, idas y venidas. Gentío en el
patio de cuadrillas, revuelo en la puerta. Que llega fulano. Foto al canto. Los
rezos en la capilla. Tarde de toros. Hoy tiene que ser.
Color sobre el
cemento y color en las billeteras. Tela. Alegría. ¿Quién dijo crisis?. Bolsos
de capote, pulseras bordadas en oro, alamares. Melenas brillantes, gafas de sol
de actriz de los sesenta, pantalones y corbatas imposibles, talibanes siguiendo
a sus ídolos como seguían a Cristo los apóstoles. Agosto de cacahuetes y
cocacolas por los tendidos. Escotes en los que asomarse a un continente, gomina
a tutiplén, taconazos, abanicos, pañuelos en el bolsillo. Alegría. Expectación
y esperanza. Jóvenes en busca del milagro, ávidos de ver, de saber, de sentir;
cabales y escépticos, niños que sueñan el toreo; ancianos que añoran; novatos
que no saben que hoy, precisamente hoy, pueden quedarse atrapados para siempre
en este veneno, en esta sed que ya nunca se apaga. En esta fiebre que no se
cura. El toreo.
Cartel de postín.
Hoy vienen las figuras. Color en los tendidos. Domingo de toros en La Glorieta.
Gloria de domingo en esta tierra de toros. Tiene que ser.
(Artículo publicado hoy domingo en la revista Lances, que se reparte en La Glorieta. La foto, íntima, preciosa, es de Juan Pelegrín. Una figura de la cámara)
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