domingo, 22 de septiembre de 2013
Les envidio
Les envidio. Se sientan a tu lado, compartiendo apreturas, y en seis toros te cuentan su vida. Te invitan a una pinta de vino y al chorizo de la última matanza. Te cuentan que les gusta desde niños, que sus padres los llevaban a los encierros, que echaron los dientes junto a la tapia; que en la fiesta grande no pueden faltar los toros. Que Juli puede con todos. Que Perera anda que se sale. Que vaya huevos le echa el pirata Padilla. Que a Talavante le ha dado por cantarle a los toros y forma el lío. Que a Fandiño los cojones le hacen surcos en la arena. Que Morante doblega a los vientos y es de otro planeta. Que les jode no ver a José Tomás. Que el pequeño de sus chavales quiso ser torero pero no tenían cuartos y se quedó en el campo cosechando.
Y aunque cuando ven que tomas nota piensan que sabes más que ellos, les envidio porque ellos ven los toros de una manera transparente en este tinglado indecente en que los estamos convirtiendo.
No tienen internet, ni Facebook, ni twitter. No conocen los blogs, ni las web, ni compran revistas de toros. No nos leen. Ven el Plus en el bar, el solysombra en la copa, y cuando llega la feria tiran de billete y vienen a la capital a chupar calor al tendido, puro en ristre. Ni toristas, ni toreristas. Les gustan los toros, sin más. Aman la fiesta; no son salvadores de nada.
No conocen las miserias de los despachos, la basura de la trastienda, los vetos, las putadas, los pulsos. Les gusta la grandeza de una tarde de toros, la seda y el oro, el rito, el runrún en el aire, la emoción, el sonido de los clarines, el secreto de la puerta de toriles, la verdad de los que se ponen delante y se pasan los pitones por los muslos y por el vientre.
No saben de la usura de las cifras, tanto pa tí tanto pa mí, como aquellos que se jugaron a los dados la túnica de Jesucristo. No conocen los entresijos envenenados de la fiesta. Esta fiesta que torea de espaldas a ellos. Ni falta que les hace. Se la traen al pairo en un país donde todo dios está en la calle y no llegan a fin de mes; donde cobran una pensión de mierda que les da para un descuento en los abonos. Si supieran más, les parecería obsceno hablar de cifras que ellos no han juntado en toda su vida. Paganinis.
No saben del fango que ensucia esta pasión que les cala hasta los tuétanos; de las vendettas, filias y fobias, conmigo o contra mí. Y leña al mono al que se mueva, al que vaya de por libre. No saben de estómagos agradecidos, ni de cabronadas legales en letra pequeña, ni de pliegos, ni de esas cosas que deberían quedar de puertas adentro y salen catapultadas en una competición frenética de ego, a ver quién dispara primero en público.
Estarán ahora de partida; el solysombra en la copa, el tapete verde, las fotos de mil toreros en las paredes. Mus. Lo mismo andan viendo al Molés, sí hombre, el del bigote. O se han venido a Salamanca en el día del patrón.
Llegarán, se sentarán a tu lado. Lo mismo no saben ni quién torea, si va de caballos o a pie. Pero les gusta, sea el que sea y así honran a los que hicieron eterno el toreo. Lo llevan dentro, desde niños, si se criaron en los teleclubs que consagraban toreros en blanco y negro y baile vermouth después de misa.
Compartirán apreturas; te invitarán a la pinta de vino y el chorizo. Vivirán con emociones encontradas sus toros, comentarán los lances, los quiebros y las banderillas con la sabiduría sin carné que da la intuición y seguirán sustentando la afición a su manera, lejos de esta vorágine que salpica al toro desde dentro y lo mata sin necesidad de antis. Y vivirán más tardes así, con esa chica rubia que les tocó al lado con una libreta o aquel periodista que escribía con el móvil entre toro y toro. Gente que debe saber la hostia de esto. Gente leída.
Ellos nunca lo sabrán. Pero yo les escucho y aprendo y me emociono. Les envidio.
Felices ellos, el último reducto de pureza que nos queda.
(El cuadro es de Jesús Villar. Último artículo de la Feria de la Virgen de la Vega publicado ayer en la revista Lances de La Glorieta, que es un recordatorio de otro escrito bajo este mismo epígrafe inspirado en cualquier día de toros y de fiesta. Esta fiesta que torea de espaldas a ellos...)
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