domingo, 26 de abril de 2009

Uceda, de luto y esperanza


Ahora, que aún no se han apagado los ecos del mano a mano en Sevilla; ahora que todo son comentarios sobre el de la Puebla y el de Salteras, que si los de Victorinos eran chicos, que si las verónicas al quinto, que si tirios, que si troyanos, que si la reventa, que si la Maestranza olvida así sus grandes ausencias...

Ahora que las pasiones se polarizan, ahora que queda el sabor agridulce de una tarde de enorme expectación que devino en detalles y poco más.

Ahora, aunque sea a tiempo pasado, quiero traer a esta página berrenda en colorao una de las gestas de la temporada, que no ha sido encerrarse con seis toros en Madrid, ni disparar la reventa. Que ni siquiera llenó los tendidos, que no tapó el cemento, aunque encogió el corazón de los aficionados que tantas veces nos planteamos si los toreros son de este mundo o están hechos de otra pasta.

El protagonista, José Ignacio Uceda Leal. Torero por los cuatro costados. Torero de Madrid y de los aficionados con gusto. Torero como para vestirse de blanco guardando el luto para su corazón y comparecer en Las Ventas en el mismo día en que su padre estaba de cuerpo presente. Un brindis al cielo, un minuto de silencio que Madrid guardó, cosa rara, con silencio de verdad, no como esos minutos que no llegan ni a los veinte segundos antes de que comience el runrún entre los tendidos.

Toreó con el alma, más que con la muleta. A golpes de latidos huérfanos, con el orgullo y la rabia prendidos en la muleta. Con las entrañas, con los muslos. Con los cojones, con el estómago, con la garganta. Y se dejó prendidas las carnes en el asta, abierta la herida, supongo que en nada comparable a la que le abrasaba por dentro, que no sangra pero es más certera.

Así lo vimos. Con su traje blanco empapado en sangre. Con el torniquete dibujando un luto en su pierna. Con la mirada decidida y una espada tan certera que, de haber sido otro torero, de haber sido una de las figuras de culto que se forjan fuera de las plazas, aún estaría dando que hablar. Dijeron que la oreja fue barata, pero yo sigo pensando que tardes así hacen aún más caro el toreo.

José Ignacio Uceda Leal reaparece el 1 de mayo en Puertollano. Después, Las Ventas, su plaza, abrirá sus puertas por San Isidro. Y entonces, quienes le veamos hacer el paseíllo, sabremos que estamos ante uno de los héroes de la temporada. Y lo seguiremos desde la admiración, la emoción y el respeto.

(La foto, que recoge el minuto de silencio del Domingo de Ramos en Las Ventas, es de Juan Pelegrín)

4 comentarios:

David Valderrama Gutiérrez dijo...

Que alegría leer entradas de este tipo...Esta es nuestra Fiesta, pura y dura.

Anónimo dijo...

UCEDA...GRAN PERSONA,GRAN AMIGO Y GRAN TORERO¡¡¡
LA VIDA NO LE HA TRATADO BIEN,SU HERMANO FALLECIÓ,LUEGO SU MADRE Y AHORA SU PADRE...LAS CORNADAS DE LOS TOROS SE CURAN,PERO LAS DE LA VIDA NO,TAN SOLO SE CICATRIZAN,SIEMPRE QUEDA LA MARCA Y EL DOLOR INTERIOR,POR DESGRACIA YO HE PASADO POR LO MISMO.
JOSE IGNACIO,MUCHA FUERZA,VALOR Y CORAJE....EN LAS VENTAS NOS HICISTE SENTIR,PENSAR Y RECONOCER TU VALENTIA AL PONERTE DELANTE DE UN TORO CON EL DOLOR TAN GRANDE QUE LLEVABAS DENTRO DE TUS ENTRAÑAS.
DESDE AQUI TE VUELVO A ABRAZAR,ABRAZOS DE CORAZON,DE AMIGOS¡¡
BERRENBITA,PRECIOSO POST,ENHORABUENA POR TU TRABAJO QUE HACES QUE SINTAMOS TODO LO QUE TU CORAZON ACAPARA¡¡

ANIKKA DE PAULA

El Coronel dijo...

Estos "gestos" si se valoran no otros que hacen algunos que vivin del papel couché.
Este post, te engrnadece Berrendita
Besos
Salud

Ana Pedrero dijo...

David: muchas gracias por todo. Esta es nuestra fiesta, la que amamos y defendemos, no otra.

Anikka: no me hables de corazón, porque en eso tú eres una maestra, de sonrisa y esperanza siempre.

Coronel: viniendo de usted el comentario, es doblemente apreciado. Pero le digo lo mismo que con Morante: no soy yo la que engrandece. Es Uceda el que hace más grande la fiesta, y todos los que salen a dar la cara y se crecen en los momentos en que la vida les pega un puyazo.