lunes, 26 de agosto de 2013

De una en una

(DE TOROS Y TELEVISIÓN)

Fuimos miles, millones de aficionados, los que celebramos el año pasado la vuelta de los toros a TVE como parte de una normalización de la tauromaquia en la sociedad. Como si así se le devolviese a los ciudadanos su derecho a ver, a saber, a elegir y a decidir. Como si se intentase limpiar públicamente la cantidad de mierda que se vierte a diario sobre la tauromaquia a base de desinformación y demagogia.

El ente público (ese que pagamos todos, incluso los taurinos) ha emitido hoy un comunicado confirmando lo que ya era un secreto a voces desde hace varios días: la emisión, el próximo 1 de septiembre, del mano a mano Morante-Talavante (si el genio de la Puebla se recupera) con toros de Zalduendo en Mérida. Que irá, seguramente, acompañado de un reportaje en Informe Semanal que también es un secreto a voces en un mundo donde no existen los secretos.

Y lo hará porque, como ocurriese el año pasado, toreros, ganadero, empresarios y el "coñolabernarda" ceden sus derechos de imagen para abaratar costes de producción. Será que los millones de euros que cuesta retransmitir la Vuelta Ciclista a España dejan temblando los fondos de la cosa pública, esa que pagamos todos. Incluso a los que no nos gusta el ciclismo.

Díganle ustedes, por ejemplo, a dos equipos de fútbol que renuncien a sus derechos de imagen en la transmisión de un partido, que ya lo transmitieron. ¡Buenas tardes!

Si, como anuncia TVE en un comunicado, "tratar con normalidad" los toros en la televisión pública se reduce a la transmisión de un festejo por año, apaga y vámonos. Y no porque uno, sólo uno, no sea bienvenido (sólo falta que los taurinos carguemos contra la tele porque emite un festejo y al final reivindicar mayor presencia se vuelva a la contra), sino porque es insuficiente e incumple la declaración de intenciones anunciada en 2012.

El año pasado los taurinos alcanzamos en una sola tarde una audiencia que para sí quisieran muchos de los programas producidos y financiados por esa santa casa. Entonces todos celebramos la vuelta de los toros a la tele pública en recuerdo de aquellas tardes en blanco y negro y camilla, el tapete de ganchillo, el calor de los abuelos, tantas voces, tantas figuras que dictaban lecciones de tauromaquia frente a las cámaras. Nombres que ahora se nos antojan míticos que sustentan la memoria de nuestros padres y las urdimbres del toreo de siempre, del toreo eterno.

Un año han tenido para hacer verdad las promesas que traía aparejadas la vuelta de los toros a TVE: promoción, difusión, didáctica y transmisión de un puñado de festejos destacados de la temporada. Selección, siempre. Un año en barbecho mientras los aficionados han tenido que recurrir de nuevo a canales de pago -tampoco había lugar para una guerra- para poder acceder a los tendidos de las ferias donde sus bolsillos, jodidos de agujeros, ya no llegan.

Bien es cierto que creció Tendido Cero y que ocasionalmente se cuela información taurina en los telediarios. Pero no normalizada, sino de forma esporádica y casi siempre con percances de por medio. El morbo de la sangre. El precio de los héroes. ¿Tanto hubiese costado un seguimiento, al menos, de las principales ferias de la temporada?

Sólo en el mes de agosto se celebran más de cien festejos en el país. Si tratar con normalidad los toros es emitir una tarde al año, señores del ente público, me parece muy insuficiente esa generosidad políticamente correcta. Que pagamos todos, incluso los taurinos.

Y no me llamen desagradecida. Bienvenida sea la transmisión de Mérida y los esfuerzos de los profesionales  y compañeros que intentan que los toros tengan mayor espacio en la tele y en la radio pública. Pero si tratar con normalidad los toros es transmitir una corrida al año, no me siento en deuda con quienes dirigen sus destinos.


(La foto, que me encanta, es robada de internet. Disculpas a su autor, que desconozco)



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