lunes, 21 de mayo de 2012

Yo te espero, MAESTRO Fundi


La montera de El Fundi se bebe el diluvio sobre Madrid.

Una montera sola sobre un ruedo embarrado que dibuja un cruce de caminos, la memoria en charcos de las huellas que dibujaron las zapatillas clavadas en la nada. Una piscina redonda de vanidades, de intereses en la que tres diestros nadaban erguidos en pie por aquello de no ir a la contra, por la vergüenza torera que atesoran y por la desvergüenza que se cuece tras las puertas a la hora de decidir una suspensión que venía escrita en el cielo como un clamor.

No es una mancha en el expediente. No. Ni siquiera ha sido una despedida de la primera plaza del mundo, de su plaza. Esa plaza de ladrillo rojo, ese templo donde tantas veces se jugó la vida a una sola carta con los hierros más duros, con los toros más engallados, más bravos y más difíciles. Con el público más duro. Y nunca volvió la cara, aunque saliese con las carnes abiertas, con el alma a jirones, con el traje hecho unos zorros. Algunos lo llaman pundonor, por salir del paso, por cubrir el expediente en el papel. Pero ese pundonor podría mover el mundo, porque ahí cabe toda la verdad, el amor propio, la valentía y el respeto a la profesión del mundo.

No he querido poner una foto del maestro Fundi. Le reservo el hueco para el día que se despida de verdad, como se merece, con el cielo de Madrid despejado, con el albero como una alfombra circular para el triunfo, con una faena acorde a su impecable carrera, a su honestidad, a su entrega, a sus agallas. A éste no le han regalado nada. Éste se lo ha ganado pasito a pasito, palmo a palmo sobre la arena, sobre el hule, con la verdad más descarnada, sin trampas ni alivios.

El traje era perfecto, sangre de toro y azabache de sabor antiguo y misterioso. Pero no pudo ser. En la tarde de los despropósitos, el toreo bajo el aguacero, sobre el barrizal, era imposible, peligroso, invisible en la cortina de agua. El toreo de un maestro, no de un tío que se viste de torero, que de esos hay muchos.

Un torero. Un torerazo. El maestro Fundi, forjado en la metralla de los hierros cañeros, en el circuito del miedo que termina por machacar a tantos buenos toreros. Pero ahí está él, tan grande bajo la lluvia, que todo lo encoge; digno, entero, en el brindis de otro torerazo a quien siempre espero con el alma despierta, Uceda. Tan impotente en la honestidad de meter la espada por arriba, en la hijoputez del destino de que se le fuera vivo un toro. El primero y el único. El último en Madrid. Cagüensusmuertos.

Yo te respeto y te admiro, maestro Fundi. Limpio la soledad de tu montera en estas líneas; espero a que escampe y te guardo sitio en este blog berrendo para escribir tu despedida en letras de triunfo, en la alegría del toreo de verdad, en la ovación impagable de los tendidos inmensos de Las Ventas.


(La foto, tan desoladora, tan esclarecedora, la he robado sin permiso del estupendo blog Salmonetes ya no nos quedan. Espero que me lo perdonen)



2 comentarios:

Gil de O. dijo...

¡Óle, óle y óle! Las cosas berrendas escribiendo con categoría.
Me llegas al alma. Haces aflorar los sentimientos cada vez que tiras la pluma para agarrar -allí en lo alto- lo mejor de la prosa actual; tu prosa qué quiere ser verso, tu prosa que sin ser verso se puede cantar, tu canto que sin ser música llena de arrebato el alma de quién te lea. En este caso, yo.
Todos los días me doy una vuelta por mis kioscos preferidos, el de la Condesa y éste tuyo entre ellos, pero me encontraba el último post diciéndome: Espera.
Ha merecido la pena esperar.Siempre te espero; y espero algo grande como ésto de hoy. Pese a todo ello, siempre me sorprenderás. Tu condición de persona y tu pasión de aficionada a ésto, te lleva como por ejemplo hoy, a cantarle a través de esa montera, la grandeza del Toreo al Universo.
Lo de un toro al corral al Fundi no tiene más importancia. Bien está, que conociera ese sabor, dentro de los muchos sinsabores que ha tenido que tragarse.
No me ha gustado que te cagaras en los muertos del toro -cumplía con su obligación- qué por otra parte era mi preferido del encierro.
¿Me dejas que te de un beso...? Pues allá va.

Saludos de Gil de O.

Ana Pedrero dijo...

Gil de O:

No sabes cómo agradezco tu comentario. Últimamente me cuesta tanto escribir....me planteo si de verdad sirve para algo, si han servido tantos metrajes en el papel y en la ventana berrenda.

Tienes toda la razón sobre el 'cawensusmuertos'. De hecho, me lo pensé bastante antes de dejarlo. Interprétalo como una interjección, sin más, y no como un insulto ni al toro ni a todas sus castas. Y sí, ¡claro que te dejo que me des un beso!! No sabes cómo se agradece....

Un beso también para tí.

p.d. "Al pie de un árbol sin fruto me puse a considerar/ qué pocos amigos tiene el que no tiene qué dar". (Folclore zamorano). Pues algo así me siento, así que me guardo ese beso, muy agradecida.