miércoles, 26 de octubre de 2011

El corazón partío


El toro te puede partir la cara en la plaza. Como se la partió a Juan José Padilla hace unos días en Zaragoza. Pero el toro también te rompe el corazón. De una cornada seca, sin astas, el dolor sin sangre en puntas. Así, de un tajazo en la moral, en los deseos, en la constancia. De pura impotencia.

Hay un torero con el corazón partío. Sin música de Alejandro Sanz. Con el corazón partío de tanto querer y no poder. Con los nudillos partíos de llamar a tantas puertas. Con la caricia del capote volando esfuerzos, con el trazo maduro de una muleta, tan mandona, tan templada, tan pura y tan clásica en su concepto. Un torerazo, qué digo.

Hay un torero con el corazón partío. Con el corazón partío de la confianza ciega que no da para más, que no es pieza importante en el engranaje de los contratos, tan sin alma. Tanto tienes, tanto vales. O tragas o te engullo. Aquí no existen los antisistema. Aquí no sobreviven los independientes. Cuando yo diga. Como yo diga. Con quien yo diga.

Hay un hombre de oro desolado al prescindir del amigo, seda y plata. Del abrazo de plata, del consuelo de plata, del consejo de plata entrebarreras, la voz de plata, el susurro en el callejón. El silencio compartido, de la soledad mascada a medias; el sudor en el campo y el aliento espeso en las madrugadas del invierno. Más allá, mucho más allá de un apoderado a sueldo plegado a las imposiciones de los poderosos, a la prostitución del euro. Un hombro para el desconsuelo, un santuario para la fe en uno mismo. Plata repujada en mil ruedos, con los mejores. Plata añeja de mi tierra zamorana, tan sabia.

Diego Urdiales y Luis Miguel Villalpando son un corazón partío, porque la apisonadora de los despachos, el juego de cromos, la ley descarnada del más fuerte, le han hecho jirones esos sueños que les mantendrán unidos de por vida. Sin poesía, sólo versos de pie quebrado; de alma quebrada. Con toda la verdad, con toda la miseria de este mundo, que es más cruel sobre el asfalto, a puerta cerrada, que sobre el albero.

Hay un torero con el corazón partío. Y no llora, porque tiene que mirar hacia el futuro. O llora hacia dentro y se come las lágrimas, porque es agradecido con la vida, que le puso cerca tan buen maestro y tiene que ascender un peldaño más en pos de ese sueño compartido que acaricia tantas tardes para compartirlo, generoso, con nosotros. Porque tiene que traspasar esa puerta que se le niega en los contratos y es ya un clamor entre los aficionados que saben de qué va esto.

Hay un torero con el corazón partío que no olvida su pasado, el pacto suscrito a fondo perdido con uno de los más cabales que ha dado la plata. Yo lo resumo en este abrazo que me toca la fibra, porque son dos grandes, cada uno en lo suyo. Porque es un abrazo donde no cabe la mentira, ni el oportunismo, ni otro interés que no sea la humanidad que rezuman dos tíos que saben lo que es pasarse la muerte por los muslos cada tarde. Porque este abrazo, el de la foto, no necesita un manual para explicarse, ni se enseña en las escuelas, ni tiene moneda que lo ponga en venta, ni infierno que lo quebrante.

Diego Urdiales, con el corazón partío, si es verdad que existe la justicia, que el Dios de los toreros te de toda la suerte que mereces.


(La foto es de www.diegourdiales.com)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Sigo tu blog desde hace tiempo. Eres cojonuda, nadie sabe expresar las cosas del toro como tú.

BICHICOMA dijo...

No conozco a Villalpando, más allá de su anterior quehacer profesional, cuando 'plateaba' los cosos cosiendo morlacos a rehiletes. Sólo se me ocurre decir una cosa, bien alta -Diego sí me recibió en dos ocasiones, una en su habitación del Wellington-, a los cuatro vientos de la tauromaquia: Antes de ser apoderado debió ser amigo del arnedano. Diego, el del "Gran Poder" en Bilbao, recio (en sentido castellano), escueto, cabal, persona, es un tío con convicciones firmes. No sé si será capaz de maridar un Rioja con una chuletilla al sarmiento tan bien como lo logra con sus allegados. El 'argentado' Villalpando casa muy bien en su salsa. Olé por los dos.

Pablo García-Mancha dijo...

No tengo palabras para expresar lo que me has hecho sentir. Maravilloso, Ana, sencillamente maravilloso.

I. J. del Pino dijo...

Hasta hoy no he tenido tiempo de comentar tu post, pero tenía sinceras ganas.
Conozco a Diego y conozco a Luismi, y creo que aunque como todos ambos tengan muchos defectos, si hay algo que podemos envidiarles es la sinceridad y la honestidad.
Por ello Villalpando tal vez tenga fama de incómodo, de impopular, pero por ello y gracias a ello tal vez Diego sigue "intacto".
Luismi nos ha demostrado a todos que es un torero de los pies a la cabeza y quiero dejar patente mi admiración por él y por lo que nos ha demostrado a quienes hemos vivido en primera persona su lucha por Diego. A lo mejor no lo ha conseguido, a lo mejor no le ha puesto arriba, pero los cimientos, la base, ahí quedan.
Enhorabuena por tu blog.